¿IR DE MARCHA? CARLOS HERNÁNDEZ BRAVO

¿Qué hacemos esta noche?
Es la gran pregunta que nos surge cuando terminamos una larga semana laboral, nos encontramos a los amigos y coincidimos en la necesidad de despejarnos, escapar de la rutina diaria, salir por la noche, divertirse y desfogar, acostarse tarde sin la preocupación de tener que trabajar temprano al día siguiente.
Es un derecho y mirándolo bien, una necesidad ya que casi nadie aguanta la tortura de estar encerrado todos los días en su casa por mucha crisis que estemos pasando.

Cuando abrimos el cuaderno de las posibilidades, nos damos cuenta que mantenemos una serie de costumbres, muchas de ellas seguro que absurdas, que parece que convertimos en obligaciones. Por ejemplo: el no poder vestir de forma cómoda por querer entrar en una serie de pubs, la necesidad de beber alcohol para celebrar lo que sea, salir de marcha a partir de las once o las doce, llegar forzosamente a casa al amanecer…

Para un treintañero medio con perspectivas de adquirir vivienda propia las salidas, como a todos, suponen tanto una necesidad como un desembolso importante. Esto lo podemos entender atendiendo al siguiente supuesto.

La primera decisión es llevar o no coche. Lo más económico es no llevarlo, así te ahorras el tiempo buscando parking o incluso pagar uno público. También encuentras la comodidad de poder tomar una copa de más sin pensar en que debes de volverte en el coche...

Empecemos con una cena, entre quince y treinta euros si pagas a medias algo que sea liviano, para proseguir sin pesadez toda la noche...

Siguiendo la programación media, apetece entrar en algún local. En muchos de ellos, los que están de moda, te piden una entrada que incluye una consumición, esta puede ser entre seis y diez euros, una copa tiene una media de entre 5 y 7 euros, algo que suelen justificar mediante la música (la misma de otros sitios), el servicio (como en otros locales, vaso de tubo con tres hielos) y el ambiente (obligatoriamente tienes que ir “bien vestido”).

Aunque pueda parecer una locura en los tiempos que corren, suelen estar llenísimos estos locales, dando una sensación casi claustrofóbica; lo que tampoco se tiene en cuenta para justificar el precio de la copa. Si eres quien conduce esa noche, te salen carísimas las fantas que te debes de pagar, pues tu entrada es la misma (no les interesa que seas el aburrido mira-relojes, bostezón, que consume tres o cuatro euros a la hora).

Ahora toca la vuelta. Si tienes hambre te tienes que fastidiar ya que a no ser que sean las seis de la mañana no encuentras nada abierto para clamar el hambre. Y si te vuelves un sábado por la noche en taxi es otra ruina. No a todo el mundo le apetece la espera en la parada del bus y entrar en un vehículo donde el porcentaje de jóvenes alcoholizados, con todo lo que conlleva, es bastante alto.

El promedio con tres copas en un local de moda y tu taxi que te trae de vuelta, serían algo más de 50€.
Otra opción para no gastar tanto es ir al cine. Una entrada suele rondar los siete euros y el combo de refresco y palomitas algo más de cinco euros.

¿Y que solución nos queda? Nos quedamos en casa. Los que tengan, viendo algo del recopilatorio de películas bajadas por Internet y acompañándolo con una cena precocinada, muy legal y muy sano, ¿no? No importa hacerlo algunas veces para ahorrar, pero es que no es normal que esta sociedad consumista nos tenga enclaustrados en casa o tratados como un rebaño fuera de ella cuando después de una semana de trabajo lo único que buscas sea pasártelo bien y olvidar la rutina laboral.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me siento muy identificado con lo que dices, especialmente en el caso de los que no beben. Debo pagar la entrada normal a una discoteca o pub de unos 7 ó 10 euros, aunque no vaya a beber alcohol y si comentas algo quedas como el raro e incluso los porteros te observan como si fueras un bicho raro. Creo que habría que buscar nuevas alternativas y formas de diversión más baratas, de acuerdo a nuestro bolsillo.