EL HABITÁCULO. LEONOR COTTA

El Habitáculo
Ya me encuentro cansada otra vez, me recostare aquí mismo a descansar mi cuerpo ya que el alma no me descansa padre. Está rota y perdida en la amargura, en la desesperanza, en la desconfianza. Perdí el camino otra vez, ¿quizás? No sé a donde voy, otra vez en la encrucijada, de nuevo la tormenta, el miedo…

Dime padre ¿Por qué no puedo ser feliz? ¿Qué malo hice en esta vida o en la otra que tuviera? La vida se me quiebra a cada paso, en cada instante, en cada segundo que respiro, en cada palabra que digo o en todo lo que hago. Estoy cansada de asomar a la ventana de la vida, de escuchar mis propias frases de aliento, de sueños que en ocasiones me parecen efímeros. Si es cierto ya no me los creo, se me pierden en las noches eternas de insomnio, de desaliento. Como me cuesta vivir cada día, cada momento.

Y es que todo se rompe en mis manos, hasta mis hijos, esos que un día se fueron, pero sé que es ley de vida, nada es eterno, cumplí mi cometido de mujer: parir a diestro y siniestro, amamanté de mi pecho, lloré sus caídas y les di mis consejos, ahora sólo miro desde lejos, desde la mesa donde antes comieron. Bueno, no me quejo, les di lo que supe y pude, pero dime padre, ¿Dónde brilla la estrella que yo espero? ¿Dónde está el camino de mi acierto?

No lo entiendo, a veces me levanto en la mañana esperando el milagro, la noticia… me pierdo padre en pensamientos y concreto para mañana otra espera más. ¿Qué espero? No se quizás la luna más brillante. Pero la luna es mentirosa y se esconde algunos días, entonces el camino va tras ella dejándome aturdida, sin saber donde ir, me recojo en sollozo solitario, silencioso. Me llora el alma padre. Llevo muchos años perdida en pasos equivocados y ya no quiero equivocarme más. ¿Dónde me meto? Dime…

Siempre me quedo esperando la respuesta que no llega y ando a tientas como la ciega pero sin perro. A veces creo que morirme quiero, así acabará mi tormenta. Es la pesadilla donde corro escapando de alguien a quien no veo, pero se que está ahí, aguardando a que me falte el aliento, a que pare para estrujarme, me da miedo, mucho miedo, que me atrape hiriendo mi cuerpo, también mis sentimientos, entonces corro aun más si puedo. Me faltan las fuerzas, casi me muero, menos mal que despierto, no por ello descanso, aun me falta el sentido, sigue invadido por el miedo que aun está en mi recuerdo del momento, si es cierto que a veces me sereno, pero solo un momento, ya empiezan a caer las lagrimas que cubren mi cara.

Si padre, sé que mucho me quejo

Leonor Cotta

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