SIN MORIR EN EL INTENTO. LEONOR COTTA

Sin morir en el intentoAlgunas veces te quedas de piedra ante acontecimientos, que más bien parecen salidos de una película surrealista, que de la vida real. El suceso es real y fue el pasado día 19 de noviembre. Fui testigo directa y la historia es como diría el famoso torero en dos palabras. Im – presionante. El viernes pasado día 19, en la sucursal de Unicaja situada en la Alameda de Capuchinos, una señora llevaba unos paquetitos de los que ahora se dan en los bancos para meter las monedas.

Llevaba en total 20 euros en céntimos. El empleado le preguntó que si tenía cuenta con Unicaja pues había que ingresarlo, a lo que la señora respondió que no y que entonces iría al Santander pues es donde tenía la cuenta. El empleado le dijo “Pues sí, y ya que tiene vd cuenta allí, pues que ellos hagan el trabajo”.

La señora salió y se encontró con una amiga que entraba en el banco, le preguntó que si tenía cuenta con Unicaja, a lo que la otra señora le dijo que si. Le pidió el favor y no tuvo inconveniente en hacerlo. Se acercaron al mostrador para hacer el cambio de las monedas y el empleado sin ningún tipo de tapujos les dijo “¡¡que por cojones ¡!” La señora que tiene cuenta con ellos le dijo “quiero cambiar estas monedas”, sin dar importancia al comentario.

El empleado: - ¡ Ese dinero no es suyo!

Y la buena señora dijo: - que más da, es dinero, lo ingreso yo en mi cuenta y ahora se lo doy.
A lo que el empleado dijo que no.
Ambas señoras se dirigieron hacia el despacho del director y le contaron lo sucedido y los problemas que el empleado estaba poniendo para hacer el cambio con el posterior ingreso. El director ordenó al empleado que hiciera la gestión, pero siguió negándose.


Una tercera señora, amiga de las otras dos, entró en el banco y les preguntó que les pasaba, se lo contaron, esta última no daba crédito a lo que estaba sucediendo por una cosa tan simple como esa. Después de un tira y afloja por el asunto, el empleado accedió hacer el ingreso pero que el dinero lo retendría 10 días.
Por supuesto que las buenas señoras no aceptaron y le pidieron la hoja de reclamación. El tono de voz fue subiendo y el director de la sucursal salió a ver que pasaba. Una de ellas lo puso al corriente de todo y volvió a pedirle al empleado que hiciera la gestión que se suponía ya hecha, después de una leve discusión con su jefe, el empleado la hizo y hay quedó la cosa sin llegar a poner la hoja de reclamaciones, ya que el director muy amable lo pidió.
Todo este asunto parecía ademas de cómico, de película española de los años 70, de Alfredo Landa y José Luis López Vázquez. Las personas que tienen trato directo con el público tienen por lo menos que demostrar educación y dejarse de tanta prepotencia, estas no son cosas que sucedan aisladamente, suceden cada día más de una vez. No es tan difícil poner un poco de buena cara y una sonrisa a las personas que llegamos a un banco, una cafetería, al juzgado… en fin que con buena disposición el trabajo de cada uno sale mejor, uno se siente satisfecho de poder ayudar a los demás y hacer bien nuestro trabajo. Tampoco cuesta tanto regalar una sonrisa y que bien le sienta al que la recibe.

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