UTOPÍA. ENERO 2011. NÚMERO XV

¿Feliz año?Se acaba un 2010 repleto de trabas. Al respecto les mostramos algunas cifras aparecidas recientemente en la prensa española y que hablan por sí solas. La pobreza llega a más del 20% de la población española. Nueve millones de personas sufren ya esta situación en España. Otra noticia nos dice que Seis de cada diez andaluces creen que la inmigración es mala para la comunidad. Se va el 2010 también con dos importantes asuntos relacionados con los medios de comunicación. Por un lado las filtraciones de Wikileaks que muestran la demagogia de las autoridades políticas españolas. Y por otro, el cierre de CNN +, un medio dedicado a la información y que va a ser reemplazado por un programa dedicado exclusivamente a Gran Hermano.



Ante esta situación la desesperanza en se incrementa. Pero, hay que creer, siempre nos quedará la movilización. La Historia nos enseña la importancia de la lucha y la movilización. Todo cambio en la historia ha venido precedido de un proceso de protesta. Para los primeros proletarios los derechos laborales eran un Utopía, el voto femenino o el derecho a los matrimonios homosexuales también lo fueron. Hay muchas utopías. No por ello, debemos desanimarnos. Debemos seguir denunciando la realidad del mundo en el que vivimos. Debemos exigir un mundo diferente. Para ello, hay que luchar, y tú, tienes la opción de hacerla de mil diversas maneras. Una de ellas es la palabra. ¿Otra? La esperanza de un futuro mejor como señala el profesor Teodoro León Gross (“El futuro sigue siendo la mejor coartada para la esperanza”).

Os dejo aquí un fragmento de un artículo publicado por Teodoro León Gross:

El fin de año es, con los años, una cita con la melancolía. Ahí está otra de las fronteras entre la juventud y la madurez: hay un tiempo en la vida en que cada año es un año más; y un tiempo en que cada año es ya un año menos. Y realmente hay dos días que dan la medida del tiempo perdido: los cumpleaños y la Nochevieja. Ahí los años se empaquetan. Por eso apagar velas y cambiar de calendario tiende siempre a la melancolía. Quizá son los momentos en que mejor se aprecia aquello que cantaba un trovador cubano: «y cómo pasa el tiempo que de pronto son años.». Al final siempre pesan más los años que los kilos, aunque la publicidad dietista venda que la ligereza está en la talla.

El tiempo es lo que hace aflorar, antes o después, la sensación espesa de que hay cosas que ya no van a pasar sino que pasaron. Alguien escribió sobre sus errores de juventud que no lamentaba haberlos cometido sino no poder volverlos a cometer. Quizá era Pierre Benoit, o quizá Schopenhauer, que estaba persuadido de que lo esencial acaba a los cuarenta y el resto es mirar atrás. Pero eso, como intuyó bien Picasso o también Oscar Wilde, no depende de la fecha de nacimiento sino del día en que se pierde la ilusión. Así que ese es un buen motivo para brindar por 2011: resistirse a dejar de creer en el futuro, que en definitiva es donde vamos a pasar el resto de nuestra vida.

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