POR UN SISTEMA DE SEGUNDO GÉNERO. JUAN MANUEL LEIVA CARO

CRECER, CRECIENDO LOS DEMÁS

Una política justa solo puede hacerse cuando el primer paso es justo, sino todo esfuerzo por querer actuar en justicia a posteriori se hace muy costoso, desproporcionado e igualmente injusto. No podemos tener una economía social justa y equilibrada, por más políticas sociales que se hagan al final del problema, de justo reparto y cohesión social, si no hay justicia y equilibrio en su principio, en:

-Justo reparto de la carga laboral (reducir la jornada laboral hasta que se reparta equitativamente entre toda la población activa el trabajo existente. Justo equilibrio entre la demanda y oferta laboral),

-Justo estimulo a las iniciativas productivas y control sostenible de nuestras necesidades de consumo (regular en justo equilibrio nuestras necesidades consumo-productivas)

-Justo balance en las cuentas representativas de la riqueza nacional, de nuestro sistema financiero (equilibrio entre la cantidad o valor de dinero existente y el valor de los bienes que representa)

Cuando se desatiende estos principios básicos de una economía, ocurren graves desequilibrios, tal y como estamos viendo ahora, y resulta que solucionar el problema al final, cuando todo a degenerado en graves daños, cualquier medida de proteccionismo, de pretendida cohesión social, son costosísimas y poco eficientes, sin contar que generalmente son soluciones que fomentan el enchufismo, amigismo, la sopa boba y el parasitismo.

Si bien, todo crecimiento es deseable, este lo ha de ser hasta alcanzar una meta que satisfaga plenamente nuestras necesidades básicas y moderadamente nuestras necesidades lúdicas de expansión y ocio, además de ser perfectamente sostenible por nuestro medio natural, pero sobre todo, no hacer del crecimiento una finalidad, no hacer de lo que es simplemente un medio de subsistencia un objetivo prioritario en nuestras vidas. Es un error pretender ser más y más felices, rodeándonos de más y más comodidades y bienes materiales, abocados así a un consumismo desenfrenado, sin límites, y a la postre estimulado por los estados, por sus gobiernos, con un claro afán populista, como si crecer sin limite y cada vez más, fuese signo de progreso, de prosperidad, llegando de este modo al descontrol y al exceso, sin la más mínima consciencia de saber qué se lleva entre manos, de a donde nos pueda llevar todo este desmán, apegándose temerariamente a la idea de que cuanto más y más, mejor y mejor, y confiando en la disparatada e insensata idea de que un mercado de libre comercio en oferta y demanda se autorregula solo, como si esos márgenes de libertad en que se autorregula el mercado de libre competencia no necesitara de un marco de regulación y sostenibilidad que lo contenga.

Una economía moderada, sostenida y bien regulada en sus principios, no solo proporciona estabilidad y seguridad a todos, sino que permite que nuestro impacto medioambiental y el socavar nuestros recursos naturales pueden llegar fácilmente a ser nulo en relación a cada individuo, y de este modo, pudiendo nuestro planeta contener un número creciente de habitantes debidamente abastecidos, sin que altere nuestro ecosistema en lo más mínimo, pudiendo soportar sin alteración alguna bastante más gente de lo que podemos imaginar, aunque siempre, claro está, en consideración a sus limitaciones naturales y razonables. Pero cualquier país de la Tierra, con sus poblaciones actuales, y aun en bastante mayor número, pueden ser autosuficientes con las fuentes de energía, tierra fértil, materias primas que disponen para proveerse plenamente y no solo con un nulo impacto medioambiental, sino en clara recuperación de nuestro ecosistema, cosa que en modo alguno puede serlo con una gestión que estimula el permanente crecimiento sin control ni límites, con una afán desmedido que no repara en medidas de sostenibilidad, y en casos con una explotación brutal de sus recursos por intereses ajenos

Si bien, el intercambio en productos y bienes de servicio entre países, se hace necesario no solo por compartir recursos que se puedan concentran en determinadas partes del planeta en más abundancia, sino además, por compartir nuestro modelo de crecimiento y animar y apoyar a los países subdesarrollados a salir de su situación de pobreza. Ahora, el tercer mundo viene empujando con modelos productivos cada vez más competitivos, sería por tanto una buena ocasión para darles el relevo industrial y elevar nuestra actividad a otros niveles de gestión y servicios más avanzados y no tener que competir con países en vías de desarrollo en cosas que no somos ni podemos ser ya competitivos. Aun así, cometemos el grave error de mantener, proteger actividades propias que ya deberíamos haber transcendido, y no solo estamos impidiendo el desarrollo a estos países, sino que nos privamos de ascender a actividades de más nivel, acordes a nuestras necesidades evolutivas.

De modo que el proteccionismo arancelario no solo es una mala solución, sino que perjudica a ambas partes. Si hay algo verdaderamente absurdo, empobrecedor y dilapidador de recursos, es intentar ser competitivos en algo que no se es por medios propios, y mantener artificialmente, protegiendo inútilmente trabajos y actividades. Los países en vías de desarrollo tienen derecho a su desarrollo industrial, pudiéndonos sustituir en gran parte de esa tarea, nosotros tenemos que avanzar tomando posición de más responsabilidad con la debida gestión de esos recursos, así como otros servicios, especialmente fomentando nuevas vías de desarrollo, investigación, creatividad y de abrir nuevos horizontes a una economía perfectamente sostenible, es una cuestión de complementarse, no de contrarrestarse, y las trabas a la exportación y el proteccionismo arancelario nos empobrecen e inmovilizan en el desarrollo a todos por igual. Y una cosa muy importante a tener en cuenta y por lo que nos apremia a gestionar la economía desde esta perspectiva de crecimiento global, es la amenaza de que hayan países que puedan centralizar el poder productivo y por tanto someternos en nuestra dependencia. No solo es una necesidad de crecimiento mutuo fomentar y gestionar el desarrollo industrial en países en vías de desarrollo, sino es también una urgente necesidad estratégica y de seguridad descentralizar la producción mundial, por eso el mundo occidental tiene ese reto, esa gran responsabilidad y ese enorme campo de actividad.

Nos cuesta, nos está costando ver y comprender, la parte mas simple y sencilla de este problema, pues la única forma justa que nos permite crecer, y que que no solo nos garantiza a todos nuestro futuro, sino que nos dignifica como persona, es incluir a todos en nuestro crecimiento, y no crecer hundiendo de un modo u otro, en algún lugar u otro de este planeta, a otros en la pobreza

El crecimiento y desarrollo en este sistema se viene fundamentado en la competitividad, la lucha contra los demás, de todos contra todos. A lo largo de la historia de la humanidad, el crecimiento de unos pocos, ha sido a costa del empobrecimiento y sometimiento de otros muchos, también con la pobre y primitiva mentalidad de hacer de ello un valor social, como cosa meritoria y de notable prestigio, aprovechando posiciones de fuerza y privilegiadas para elevarse sobre los demás, y en caso con extrema soberbia y despotismo. Si observamos, es un sistema de análogo funcionamiento a un brazo de palanca de primer género, cuyo punto de apoyo está en el centro, entre dos fuerzas que se oponen en los extremos, y así para elevarse unos, tiene que ser a costa de hundir a otros. Sin embargo, con el brazo de palanca de segundo género, el punto de apoyo está en un extremo, de modo que este no separa las fuerzas y no hay fuerzas opuestas, cuando tira hacia arriba cualquiera de ellas, las dos ascienden.

Es un buen y sencillo ejemplos de ver que pueden haber otras formas de crecer que no necesariamente en permanente oposición y lucha contra los demás, y como consecuencia generando resentimiento y odio en un frágil equilibrio de poder y seguridad. No hay nada que nos impida cambiar a un sistema, no solo mas justo, sino más en sintonía con nuestra condición humana, si es que nos preciamos mínimamente de ello, cosa que ahora precisamente se hace más necesario que nunca, tal y la deriva que están tomando los acontecimientos en este mundo, pues es mucho el poder que nos proporciona la ciencia y los avances tecnológicos alcanzados para una mentalidad que todavía no llega a desprenderse de su primitivismo, y que nos puede llevar fácilmente a nuestra propia autodestrucción. Precisamente ahora que se está viendo un gran cambio social, aflorando lo mejor de nosotros con notables y elevados signos de confraternidad.

Hay que tener en cuenta también que el brazo de palanca de primer genero es como una balanza, y la vida en su interminable oscilar, una veces se está abajo y otras arriba, y eso son ciclos naturales e inevitables en el devenir de nuestras vidas. Sin embargo en un sistema de segundo genero, o subimos todos o no sube nadie, todos empujamos en la misma dirección y no hay competitividad, conflicto de intereses (aunque si estímulos de crecimiento y superación si sabemos fijar las metas apropiadas) y eso hace inevitable que estemos todos cada vez más y más arriba, al punto de elevarnos sobre nuestra necesidades materiales y trascender a cotas de crecimientos y valores sociales más acordes a la demanda de nuestro aspiraciones más nobles y elevadas.

Se están poniendo muchas expectativas en este cambio de era, con la afluencia de nuevas energías cósmicas, con la ayuda de maestros espirituales de toda naturaleza, de confederaciones galácticas, con aperturas de portales dimensionales, y no se que cosas más que van a propiciar el cambio, pero nada de eso será útil, sino quizás nos hunda más en esta espiral de pobreza y rompa definitivamente el frágil equilibrio de este sistema, si no modificamos nuestro punto de apoyo en nuestro crecimiento. Por tanto es prioritario modificar ese punto de apoyo, que este no sea sobre los demás, sino con los demás, que ese punto de apoyo no sea justamente lo que nos separa, nos distancia y nos divida situándonos en extremos, sino que nos invite decididamente a unirnos, a empujar todos en una misma dirección, y que donde quiera que los azares de la vida nos sitúe en ese brazo de palanca, en esta rueda de la vida, siempre estemos unidos en un mismo crecer.

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