DE LO GENIAL Y DE LO IRRACIONAL EN EL RENACIMIENTO. FRANCISCO JOSÉ MURIANA GÓMEZ

LO IRRACIONAL
Uno de los cimientos sobre imaginario renacentista es la idea de que el Renacimiento trajo el "nacimiento de la racionalidad, que nos llevaría en una línea de progreso ascendente hasta nuestro mundo racional desde la oscuridad medieval.

Cuando apareció la Peste Negra, la primera reacción de la gente para luchar contra ella fue la tradicional: un aumento de la fe. Si la epidemia era castigo de Dios, había que implorar su perdón y se multiplicaron los actos colectivos religiosos, como las procesiones y la proliferación del movimiento de los Flagelantes.


Pero ante la inutilidad de las medidas tradicionales, aparecieron las nuevas. Por un lado, se tomaron medidas de aislamiento, de cuarentena y de observación sistemática que facilitaron la aparición de un pensamiento racional y empírico.

Pero por otro lado, y esto es algo que no suele asociarse al nacimiento del mundo moderno y mucho menos al Renacimiento, hubo un auge impresionante de prácticas como la magia, la alquimia, o la astrología.

Extraída de la tradición judía, la cábala conocerá, durante los siglos XV y XVI, un auge importante. Basada sobre todo en la simbología numérica, y en su correspondencia con las letras del alfabeto hebreo, la cábala va a constituir el fundamento de toda la Magia contemporánea. Y tendrá, durante el Renacimiento, sus brillantes partidarios y defensores como:

Dante, que la usará en su "Divina Comedia",donde los números cabalísticos 3, 6, 9 y 10 son frecuentemente usados, Raimundo Lulio, que basará en ella toda su filosofía,o Pico de la Mirándola que se convertirá en uno de sus principales defensores.

Pero la principal figura de este tiempo va a ser Paracelso (cuyo verdadero nombre es Teofrasto Bompast von Hohenheim), el cual, además de ser precursor de la medicina racional, fue también uno de los mayores y más célebres practicantes de la alquimia de su tiempo.





También cobra una importancia espectacular la astrología. Los astrólogos son considerados como profesionales, gozarán del favor de los reyes, y discutirán sus teorías, consideradas como científicas, ya que la astrología durante el Renacimiento, es una ciencia paralela a la astronomía y a un nivel semejante que la medicina o la física. Pronto pensamos en Nostradamus, el cual gozaba de una espectacular reputación en su época.

Nombrar como practicante de un saber irracional a Nostradamus no sorprende, pero un escritor como Dante o un pensador como Pico de la Mirandola van asociados siempre al nacimiento del pensamiento racional, y que decir de Giordano Bruno, considerado un mártir del libre pensamiento y un apóstol de la ciencia frente al oscurantismo de la Iglesia, pero en sus escritos defendía un panteísmo con un grado de misticismo tal que nadie actualmente los consideraría científicos ni de lejos.

Para terminar de exponer la idea de que el Renacimiento tuvo mucho más de irracional de lo que es admitido, acabamos con una reflexión: nuestra época tiene unos prejuicios altísimos sobre la oscura Edad Media y si preguntamos a cualquier persona, asociará al Medievo con fenómenos como la caza de brujas, la Inquisición o el fanatismo religioso.

Pero la realidad es que la fiebre de la caza de brujas, típica de la Europa protestante nació en el siglo XVI, la Inquisición medieval estaba prácticamente muerta cuando fue resucitada por los Reyes Católicos en el Renacimiento, y fue mucho más eficaz y cruel, y en cuanto al fanatismo religioso…la gran mayoría de las guerras de religión que se hicieron en Europa y con unas matanzas increíbles por cierto, aparecen en el siglo XVI.

Aquí tenemos un fragmento de la matanza de la noche de San Bartolomé, donde miles de calvinistas franceses fueron masacrados el 24 de agosto de 1572:

En el artículo anterior dimos una fecha inicial simbólica para el inicio del Renacimiento: la aparición de Petrarca; para dar un final al Renacimiento, o por lo menos a la concepción humanista que confía en la racionalidad del ser humano, damos otra: el Sacco di Roma por los soldados imperiales en 1527, convencidos muchos de ellos por su protestantismo, de estar destruyendo la Babilonia bíblica, la sede del Anticristo.




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