POLÍTICA ADOLESCENTE. ÁLVARO JOSÉ GARCÍA GÉMAR

ADOLESCENTES Y POLÍTICA
En los últimos días, he empezado a trabajar con algunos de mis alumnos el tema de la política. Realmente, el libro no plantea debate, ni intenta aleccionar a los alumnos hacia una tendencia política u otra. Pero si es cierto que el profesor quiere que no sea simplemente un aprendizaje de datos. Mi intención es ir más allá y ayudar a la reflexión, la crítica y la construcción de propias ideas.


Es muy curioso como estos alumnos que rondan los quince años responden al primer estímulo. Lo primero que hago es escribir en la pizarra la palabra "política", a la vez que la leo en voz alta. Los alumnos me acompañan  con expresiones como ladrones, sinvergüenzas y más por el estilo.

Entre nuestros jóvenes se asocia la idea de política con la corrupción. Lo tienen muy claro y sobrentienden que el que entra en política es por intereses individuales pero nunca por lo que yo les marqué a continuación. Relacioné la política y el Bien Común. Estos jóvenes, con caras entristecidas, como si hubieran vivido cincuenta años, valoraban que eso debería ser pero no es la realidad.

Posteriormente les plantee la posibilidad de elegir, de votar cada cuatro años pero además de intervenir desde las calles en las decisiones políticas. Poder quejarse y que esas quejas lleguen a algún sitio.

Nuestros jóvenes no saben que creen vivir en una dictadura, donde su opinión no es escuchada y, o bien sobra o no es tenida jamás en cuenta. Aquí la voz del pueblo no importa.

Nuestro estado contiene en torno a cuarenta y dos o cuarenta y tres millones de ciudadanos y ciudadanas. Todos ellos tienen voz y voto tanto en cuanto sean mayores de edad, pero nos estamos acostumbrando a creer que sólo pueden decidir unos pocos. Que sólo los políticos pueden decidir y, además, no suelen decidir para la mayoría de la población.

Esto es el mundo al revés, el pueblo soberano que tiene el poder que nos dan leyes como la constitución ha sido convencido que su palabra no es importante y que debe ser siervo de los poderes que están por encima de él, gobierno, bancos, empresas, etc. Pero nuestros ciudadanos no pueden olvidar, y deben tener presente que ellos tienen el poder y que pueden decidir el futuro de su país.

 Aún diría más, no hablaría de derecho si no de obligación. Del deber de salir al público y reclamar lo que es propio, los derechos y las leyes.

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