1 DE MAYO. DESDE LA RED Y EN LA CALLE. JOSÉ MANUEL BELMONTE

DESDE LA RED Y EN LA CALLE
Había ido a pasear e iba pensando… si humor más metáfora, suele ser la greguería; un día como hoy, día del trabajo y de descanso, día de puente y de familia, parece algo así.  En todo caso, un poco de pimienta, y el dedo en la llaga, nos mete en la realidad más cruel.

Casi me doy de bruces contra los parados. No era la cola del paro. No recuerdo ninguna oficina del Instituto Nacional de Empleo (INEM) en esa zona.  Pero la cola era larga y de gente bien vestida.

 La gente que caminaba a mi lado se detenía extrañada. No era para menos. Nunca se ha visto una fila  de personas tan bien ataviadas y elegantes, ni siquiera en los Self Service de 10 platos. No recordaba algo así ni en la venta de entradas para los mejores conciertos, ni para los espectáculos taurinos de la tarde.  Una gozada para la vista, pues la ropa, bolsos y peinados delataban cierta “clase”.


Intrigado, como todos, pregunté cual era el motivo, de esa hilera de gente bien que charlaba con su vecino alegremente, como si se conocieran de toda la vida.

Alguien respondió:

 -“Las joyas”.

Pero siguió su camino. Sin entender nada, quedé aún más perplejo. Ahora ya tenía interrogantes duplicados y dudas más profundas. Tuve que acercarme un poco más a la fila. Las señoras llevaban aretes y colgantes, pero parecían  de bisutería o de “de rastrillo”. Nada de importancia. Algunos bien diseñados, pero los engarces  eran irrelevantes, y las piedras semi-preciosas.

No cuadraba mucho. Seguía sin entender. Se avivaba mi deseo innato de saber. Incluso la vena periodística, me indicaba que allí podía estar fraguándose una noticia. Había dejado la cámara de fotos en casa. No podía captar gráficamente lo que estaba viendo.  Si lo contaba, ¿me creerían? No me quedaba más que la palabra y de nada serviría si no le echaba imaginación, para aclarar las cosas. Le eché cara. Me acerqué a una señora, que llevaba a un niño de la mano, y que estaba en la cola.

Señora, por favor, estoy admirado de esta larga fila, y de las personas que en ella están. ¿Podría decirme a qué se debe? Una persona que pasaba a mi lado me dijo algo de “joyas”, pero sigo sin entender nada, ¿puede decirme por qué están aquí?

-Es muy sencillo. Hemos recibido un mensaje en la Red. La verdad es que no sé de donde partió, porque yo lo he recibido reenviado, de una amiga.

De facebook tal vez o de twitter?

-Yo lo recibí en twitter. Pero sé que se han recibido también en Face, e incluso en  el Twenti.

Me deja usted gratamente sorprendido. ¿Puede indicarme, qué ponía o cual era el motivo de ese mensaje?

-Pues nada, que con motivo del 1 de mayo, invitaban a pensar en los que han perdido el trabajo. Que en lugar de ir con las banderas a escuchar las bobadas de los sindicatos, podíamos traer nuestras joyas a los puntos de Compra de oro, y donarlas para que los casi dos millones de familias que tienen todos sus miembros en paro, puedan  comer y llegar a fin de mes.

¡No es posible! ¿De verdad?

-Sí, joven, no sea tan incrédulo. No se olvide que muchas de estas joyas han sido simple regalo a nosotras o a nuestras parejas, mientras hemos estado ejerciendo cargos públicos. No es que nos sobren, pero… hay mucha gente que ha tenido que hacer esto. Ha llevado sus alhajas  a las casas de Empeño. Pero ya  no tienen qué empeñar, ni van a recuperarlas, porque no tienen trabajo. ¡Eso decían en la Red! No tiene más que fijarse en la cantidad de Oficinas o chiringuitos que compran oro y joyas. Aunque te engañen algo, pagan al contado. ¡Hay mucha gente que lo está pasando mal! ¡Están empeñando hasta las alianzas!

Señora, me deja usted de piedra.

-No se crea. Las Redes son un buen invento. Es rápido y en un momento se pude llegar a mucha gente. Como puede comprobar, la gente ha captado el mensaje. Bueno, quiero decir que no sólo lo ha entendido sino que ha respondido. ¿No le parece una buena iniciativa?

Señora, me parece una idea genial. Le doy a usted mi más cordial enhorabuena. ¿Sabe si hay alguien de los Sindicatos en la fila?

-La verdad es que no. Ellos defienden otras cosas. Bueno, no quiero darle demasiada importancia. Para nosotros no supone demasiado.  Creo que mi marido ni se enterará. (Y me guiñó un ojo, haciendo un gesto de silencio hacia el chiquillo).

¿Pero no han recibido ellos también muchos regalos?-me refiero a los sindicalistas-.

-Es posible, pero ya sabe, ¡cada uno hace con lo suyo lo que quiere!

Evidentemente, señora. Muchas gracias. ¿Puedo preguntarle su nombre?

-Me llamo... pero  mejor no lo escriba, por favor. La gente me conoce, y perdería sentido lo que estamos haciendo en este Primero de Mayo Especial. El que no lo entienda, que siga esas banderas rojas que van para allá.

Pensativo me alejé del lugar. Juro que cosas así, no dejan indiferentes.  No sé si mañana los periódicos harán que la gente se desayune con la última foto de los líderes sindicales en la tribuna de oradores, o con estas cosas que casi nunca pasan. Podría ser una sátira elocuente.

 Por esas casualidades de la vida, antes de llegar a casa aún encontré otra larga fila, un poco más amorfa, casi como una aglomeración de gente a la puerta de un establecimiento. No había caras alegres. Pude ver la palabra Banco en la fachada, por entre las cabezas de la gente y no acerté a distinguir de qué Banco se trataba. Tampoco me parecía normal aquella gente amontonada a la puerta de un Banco.

¿Pasa algo?, le pregunte a la persona más cercana.

-¡Na!, que estamos aguardando, porque es el día de reparto en el Banco de Alimentos, ya sabe…

No es una burla, pero lo parece.  Mira que ¡llamarle Banco...! ¡Hay  nombres, personas y situaciones increíbles! ¿Cuál de las dos situaciones es más real? La paradoja no se da sólo un día, el primero de mayo. ¡Ojala!

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