EL ATAQUE ALEMÁN DESAHUCIA A ESPAÑA. MANUEL BALLBÉ Y YAIZA CABEDO


EL ATAQUE ALEMÁN 
  Los economistas reiteran hasta la saciedad que la imposición merkeliana de austeridad es un error, pero siguen sin entender que se trata de una truculenta estrategia del Gobierno y la banca alemana para desvalijar al sur de Europa con el fin de tapar el enorme agujero financiero alemán. Este expolio es posible debido a una desregulación jurídica que desde 2000 ha desplazado el capitalismo productivo por un “mercado casino” sin supervisión administrativa, en el que ha quedado suprimido el delito de información privilegiada y que funciona mediante apuestas en las que no hay que identificarse. Esta bolsa privada y sin transparencia, localizada en Nueva York y Londres, está en manos de un cartel compuesto por seis megabancos norteamericanos y seis europeos, todos quebrados y rescatados por sus Gobiernos, es decir, por los contribuyentes.


Este es el verdadero origen de la crisis: un nuevo capitalismo de casino y de apuestas en productos financieros tóxicos —como las hipotecas subprime—, que ahora especula con la deuda soberana de los países del sur. La causa de la crisis, pues, no es ni la burbuja inmobiliaria española, ni el endeudamiento —las deudas inglesa y alemana eran superiores—, ni la indisciplina fiscal. La burbuja ha sido hipotecaria: de titulizar y revender hipotecas tóxicas en el mercado. Precisamente, el Deutsche Bank fue uno de los mayores implicados, según reveló el Senado americano. Este banco ha colocado productos a sus clientes a sabiendas de que perderían dinero, tanto en Norteamérica (paquete “Gemstone VII”) como en Alemania, donde el Tribunal Supremo le condenó en 2011. Los ciudadanos alemanes fueron las primeras víctimas de la voracidad de sus bancos.

Alemania, además, es quien promovió las apuestas contra la deuda del sur. El Deutsche Bank fue uno de los artífices de este nuevo Merk-ado de deuda soberana —y de su índice de precios Markit— que disparó los ataques especulativos. Goldman Sachs asesoró a Grecia para ocultar su deuda y así logró entrar en el euro, después, con esta información privilegiada, apostó junto con Deutsche Bank que Grecia se hundiría. Atacar a países del sur fue la fórmula del Gobierno y bancos alemanes para recuperar las pérdidas de sus bancos ludópatas.

Semejante giro depredador contra la propia zona euro lo motivó la filtración del informe confidencial del supervisor financiero alemán, el BaFIN (confirmado por otro de Merrill Lynch), que valoraba en 800.000 millones los activos tóxicos del país en 2009. Dichos datos delatarían que una Alemania especulativa había reemplazado a su reputado capitalismo industrial. En vez de procesar a los responsables, cerraron filas e iniciaron el descrédito del sur para desviar la atención y sojuzgarlos.

Las Bankias alemanas han sido muchas: Hypo Real Estate fue rescatado con más de 100.000 millones de euros y en 2009 fue nacionalizado en un 90%; el Industriebank (IKB), con 10.000 millones de euros; los Landesbank (cajas autonómicas), como el Baden-Württemberg, el West o el Sachsen, recibieron unos 150.000 millones de euros; el Dresdner Bank, segunda entidad del país, quebró y fue absorbido por el Commerzbank, que a su vez recibió un rescate de 100.000 millones y cuyo 25% todavía está en manos del Gobierno de Merkel. El caso del Commerzbank es ilustrativo, pues el año pasado devolvió parte del rescate al Gobierno, 14.000 millones de euros. ¿De dónde sacó tan cuantiosos beneficios, si no es apostando en el casino con información privilegiada proporcionada por el propio Gobierno?

Este es el cambio clave del nuevo capitalismo de casino: los rescates y nacionalizaciones han transformado a los Gobiernos alemán, británico, suizo y norteamericano en cobanqueros que ahora disculpan la prolongación de ataques especulativos porque necesitan que estos bancos tengan beneficios rápidos y puedan devolver el dinero inyectado.

Además de estos rescates, Alemania —que se opone a que el BCE ayude a España— oculta que el Deutsche Bank recibió, solo en 2008, 20.000 millones de la Reserva Federal norteamericana junto con 60.000 millones para Credit Suisse y UBS (Unión de Bancos Suizos) a un tipo de interés regalado del 0,01%.

Se entiende cómo funciona un ataque especulativo tomando el paradigmático caso del imperio mediático alemán, Kirch. En 2001 los directivos de Deutsche Bank (Ackermann y Baumann) difundieron rumores falsos de que el grupo no podría pagar su deuda y que no conseguiría financiación. (¿Les suena de algo?) Provocaron la mayor quiebra contemporánea para apoderarse de él. En 2011 la justicia alemana esclareció el asunto y el presidente Ackermann, íntimo amigo de Merkel, dimitió y propuso una indemnización de 1.000 millones de euros para silenciar el escándalo. Como se ve, antes de Grecia, ya estaban curtidos en especulación contra empresas alemanas.

Idéntico sistema se está utilizando para desacreditar al sur. ¿Cómo se beneficia Alemania de este ataque a España?

1. Genera rumores para disparar el interés que pagará España cuando pida prestado dinero. 2. Impone privatizaciones de empresas rentables (aeropuertos, AVE, lotería…) que, de no resistir el Gobierno, pasarán a manos del norte a precio de ganga. 3. Provoca asfixia crediticia para devaluar las acciones de las multinacionales (Telefónica, Iberdrola, Repsol, Gas Natural…), con lo cual pueden apoderárselas grupos alemanes. 4. Pero lo más rentable al propagar pánico financiero —que es delito— es la huida de dinero por miedo a un corralito. De España en ocho meses de 2012 han salido 330.000 millones de euros (a los que hay que sumar su equivalente en Grecia e Italia), que van a parar a bancos de Suiza, Luxemburgo, Holanda y Alemania, cifras “sin precedentes”, según Bloomberg. El austericidio reporta grandes beneficios…

Bajo el disfraz de la “(in)dependencia”, Jens Weidmann, presidente del Banco Central alemán, ha contribuido a este pánico cuestionando cada test favorable a España. Sigue la línea de su predecesor, Axel Weber, quien el mismo año en que dejó el Bundesbank (2011) fue “premiado” por hostigar al sur con la presidencia de UBS, uno de los bancos privados del eje alemán que se beneficia de la deportación de miles de millones provenientes del sur.

El escándalo del líbor-euríbor y Barclays es la última prueba de las prácticas fraudulentas y especulativas de este cartel, el cual alteraba el precio al que se presta el dinero e incrementó el coste de las hipotecas de los europeos. Entre los implicados están el Deutsche Bank, Credit Suisse y UBS junto con Lloyds y Royal Bank of Scotland (RBS) —son las Bankias del Gobierno inglés, nacionalizados en un 40% y 80%—.

En cambio, nuestros principales bancos, Santander, BBVA y La Caixa, no están implicados en semejantes prácticas. Tampoco han necesitado rescate y el Santander es el mejor banco del mundo según Euromoney. Son un apetecible botín de guerra.

La Comisión Europea no ha detectado el cartel del líbor, ni el entramado especulativo sobre la deuda griega oculta, ni destapa el club bancario que controla el mercado casino de Londres (denunciado todo por la prensa norteamericana). Tampoco indaga quiénes son los beneficiarios del ataque especulativo que está desahuciando a los Estados del sur. ¿Seguirán la UE y el comisario Almunia haciendo la vista gorda a esta manifiesta vulneración del derecho de la competencia? Lo que sí sabemos es que su antecesor, lord Brittan (diseñador del mercado casino con Thatcher), se colocó como vicepresidente de UBS. Otro vicepresidente de la UE, Solbes, es hoy asesor de Barclays.

El Gobierno alemán, el gran desahuciador, pretende apropiarse del capital del sur hasta las elecciones de 2013. España tiene que resistirse al rescate draconiano y reaccionar para desenmascarar esta política perversa de austeridad con movilizaciones y demandas judiciales. El Tribunal de la UE (caso Sint Servatius, 2009) declaró justificada la restricción a la libre circulación de capitales si “socava el equilibrio financiero de las políticas sociales”. Más aún, si tal especulación socava la soberanía económica y la estabilidad de un país miembro. Presenciamos pasivamente la destrucción del mercado único europeo y la imposición de un mercado único euro-alemán.

Thomas Mann ya nos alertó: en vez de una europeización de Alemania, se está implantando una alemanización económica de Europa.

Manuel Ballbé es catedrático de Derecho de la UAB y Yaiza Cabedo, abogada.
PUBLICADO EN EL PAÍS

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