CAPERUCITO FERAZ Y LA LOBA ROJA. DESMONTANDO CUENTOS INFANTILES QUE ATEMORIZAN. JUANA GODOY AGUILERA

CAPERUCITO FERAZ Y LA LOBA ROJA

Erase una vez un hombre que, desde muy niño, hacía crecer con fortaleza toda planta, arbusto y árbol que tocaba, se llamaba Libán Caperuzo. En la ciudad italiana donde vivía cundió la noticia de su talento y sus habitantes lo reclamaban, desde su infancia, para que sanara las enfermedades de las plantaciones y los árboles que daban poco o ningún fruto.

Cuando este niño creció y maduró como maduraban los frutos de los árboles que tocaba, conoció a una loba roja que se transformaba en mujer de pelo encendido en las noches de luna creciente. Se llamaba Irelek Sanfonia. Cada vez que se demostraban el amor que sentían el uno por la otra, en dichas noches de luna, una planta nueva y desconocida crecía en los alrededores de la casa de Libán.

Y cuando Irelek abandonaba su condición humana y femenina, andaba libre por bosques y llanuras del planeta, bebiendo de las fuentes que a su paso encontraba.

Pasado el tiempo y fruto de la sinergia que se producía entre estos dos seres únicos, nuevos árboles de frutos vigorosos y alimenticios crecían por toda la ciudad.

 Fueron tantos y tan frondosos dichos árboles que el planeta donde habitaban Irelek y Libán, sanó sus males porque llovió y llovió una lluvia fina y calmante que convirtió en feraz toda la tierra de la Tierra.

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