ABORTO ANTES DEL PARTO Y… DESPUÉS. JOSÉ MANUEL BELMONTE

EL DEBATE SOBRE EL ABORTO
Tengo que decir por una vez, -ni con humildad ni con orgullo- porque es así, que estoy en posesión de la más alta titulación académica concedida por una universidad centro europea. Soy un ser humano que intenta aprender cada día, incluso de los animales. Lo digo sin otra pretensión que considerarme capacitado para opinar sobre este tema que ha levantado polémica.


El Dato del que partimos: Se sabe que en España se produjeron en 2010, último año con datos publicados, 113.031 abortos (último dato conocido). A propuesta del gobierno Zapatero, se cambió la llamada Ley de los 3 supuestos (de 1985), por la Ley Aido o Ley de Plazos que entró en vigor precisamente en 2010, que permite el aborto hasta la semana 14 sin necesidad de justificación, en caso de riesgo para la vida de la madre o del feto, hasta la semana 22 y posteriormente y hasta el final del embarazo, si se detecta alguna anomalía incompatible con la vida. Una ley con fuerte contestación popular y que está recurrida ante el Constitucional. El ministro de Justicia actual, Alberto Ruiz Gallardón ha manifestado su intención de reformarla (lo cual iba en su programa), sin mayor concreción por el momento.

La polémica. La revista británica “Journal of Medical Ethics”(IME)el pasado 22 de febrero de 2012, publicó un artículo en el que ve admisible matar a los recién nacidos por ser algo moralmente equivalente al aborto. El artículo en cuestión se titulaba: “Aborto postparto: ¿por qué debería vivir un niño?” El artículo ha sido calificado por Martínez Urionobarrenetxea, como "uno de los artículos más controvertidos en la historia de la bioética"

Lo firman los filósofos de bioética, Alberto Giubilini de las universidades de Milán y Monash, en Melbourne, y Francesca Minerva, de la universidad de Milán y Oxford. Pretenden estar usando “sólo argumentos lógicos”. Según ellos, los argumentos que valen para justificar el aborto, son igualmente válidos para deshacerse de un bebé post parto. Así de tajantes: “Si criterios como los costes -sociales, psicológicos, económicos- son razones suficientes para que los padres aborten cuando el feto está sano (…) también deberían justificar la muerte de una persona recién nacida”. Mejor dicho, para ellos,tanto el aborto como el infanticidio (“aborto postparto”), pueden decidirse porque tanto uno como otro son potencialmente personas.

"El aborto está ampliamente aceptado incluso por razones que no tienen nada que ver con la salud del feto. Dado que tanto los fetos como los recién nacidos no tienen el mismo estatuto moral que las personas reales, el hecho de que ambos sean personas potenciales es moralmente irrelevante, y puesto que la adopción no siempre es lo mejor en interés de las personas reales, los autores sostenemos que lo que llamamos aborto después del nacimiento (matar a un recién nacido), debe ser permitido en todos los casos en que se permite el aborto, incluyendoaquellos donde el recién nacido no es un discapacitado".

Como señala la doctora Gador Joya, de DAV: «Los autores de este informe alcanzan una conclusión correcta: tanto el feto como el recién nacidos son moralmente equivalentes. Pero la aberración llega en su conclusión: por lo tanto ‘se puede’ matar a los dos».

Los autores evitan deliberadamente la palabra “infanticidio”, penad0 en casi todos los Estados. Como el “aborto” no está penalizado aunque sea la muerte del feto, lo definen como “aborto postparto”. Como en el aborto, también en el ”postaborto” se entrelazan cuestiones científicas, éticas, y religiosas. Una cosa es lo legalmente despenalizado, y otra muy distinta lo éticamente reprobable. Acabar con una vida humana, antes o después de nacer, es posible, pero ¿la vida de un concebido y de un nacido no vale nada? ¿Desconocer la dignidad de ese ser en crecimiento no es la deshumanización de la ciencia y de la sociedad? ¿No se está reduciendo al feto o al neonato a un puro “objeto” que puede llegar a ser algo en función del capricho de los padres, o de la sociedad, o a los vaivenes de una crisis económica, o del azar de un estado de ánimo? ¿No es esto síntoma de degeneración, de locura y de paranoia? "El pensamiento paranoide —dice González Duro— es rígido e incorregible: no tiene en cuenta las razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio, para convertirlo en convicción."

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